Líderes 2020: la versión femenina del nuevo management

Más de 170 referentes participaron en la Redacción en un exclusivo encuentro de networking. Las intimidades y secretos de un día distinto en LA NACION.

Por   | LA NACION

El ecosistema de negocios claramente fue distinto en Avenida del Libertador 101. La Redacción de LA NACION recibió a 170 presidentas, directoras generales y ejecutivas de firmas de los rubros más disímiles, con un objetivo claro: debatir sobre las nuevas fórmulas de liderazgo femenino y dar el puntapié para un encuentro 360, en el que tanto las oradoras como las integrantes del auditorio tienen la misma agenda en común.

Los códigos de etiqueta también cambiaron. En las cuatro horas en las que se extendió el encuentro organizado por LA NACION y Accenture, ellas le dieron su impronta. Como en un ámbito teatral aplaudieron a todas y cada una de las oradoras cuando fueron presentadas y parecieron compartir un código más que cómplice en la mención de problemáticas que tienen al equilibrio laboral y familiar como protagonista. Se rieron con los dilemas de las mujeres que trabajan versus las que no, plantearon cómo se fueron derribando fronteras y distinguieron aquellas cuestiones en las que sus rasgos marcan la diferencia de aquellas otras en las que no.

La dinámica del encuentro, que puede verse en www.mujereslideres.lanacion.com.ar fue clara: nada de power points y mucho menos de respuestas de casete. Historias en las que llegar a lo más alto implica un sacrificio de tiempo y espacio, y en las que jugarse por un proyecto personal, en muchas oportunidades lleva a postergar otros sueños. “El mayor costo que nosotras tenemos es dejarnos siempre últimas en la lista. A pesar de tener la capacidad de poder hacer muchas cosas a la vez, tendemos a dejar de ocuparnos de nosotras”, destacó Isela Costantini, presidenta de General Motors para la Argentina, Uruguay y Paraguay.

En igual sentido, Jackie Maubré, directora de Cohen Sociedad de Bolsa, señaló que “en las discusiones de mercado, donde nadie tiene la verdad absoluta y a veces las conversaciones suben de tono, podemos aportar el temple, la calma y apaciguar los ánimos absorbiendo la situación”. En la mayoría de los casos afirmaron que la evolución del management implica que el género ya no importe; como contracara, lamentaron que menos del 5% de los directorios en la Argentina estén liderados por ellas.

“En el liderazgo de una empresa familiar hay que saber separar los distintos ámbitos en los que se tratan los temas personales y profesionales”, agregó Andrea Grobocopatel, vicepresidenta de Los Grobo y presidenta de la organización Flor. A esas alturas ya era tiempo de un tea break, que las directivas aprovecharon para juntarse por áreas de actividad: bancos, finanzas, automotrices, universidades, retail, moda, política, consultoras, emprendedoras, especialistas, sólo por citar algunas. El tono en el tercer piso del edificio tomó también un clima festivo: “Tenemos que vernos más seguido, ¿cuándo es el próximo?”, preguntaban algunas. Para ese entonces ya había otra consigna muy clara: la mejor forma de identificar los problemas es haciendo un frente común, concluyeron.

La información estuvo a la orden del día: la Organización Internacional del Trabajo destacó en un estudio que sólo el 13% de las juntas directivas de empresas son presididas por mujeres a nivel global. A esta realidad, según la OIT, se agrega que hacen falta por lo menos tres mujeres por cada decena de directivos, para que sus opiniones sean tenidas en cuenta.

Las nuevas tendencias demográficas relevadas por el Indec señalan que cada vez hay más jefas de hogar en la Argentina y esa cifra supera, de hecho, el 34 por ciento. Por otra parte, datos de un estudio de D’Alessio Irol para Citi reflejan que las mujeres son conscientes del cambio: en un 84% de los casos ellas marcan su transformación como trabajadoras. Entre las encuestadas, el 45% dijo que no renunciaría a su trabajo para hacerse cargo del rol de ama de casa y para el 62% resulta totalmente compatible formar una familia con la realización profesional. La idea de ser multitasking es sin duda otro de los diferenciales que salieron durante todo el encuentro, del que se despidieron con un fuerte aplauso y un especial deseo: que haya más.

REFERENTE DE SOLIDARIDAD

Psicóloga y psicopedagoga

Catalina Hornos

Presidenta de la Fundación Haciendo Camino

  • “No quiero quedarme en el lugar de la queja por lo que no funciona, quiero hacer lo que pueda para modificar esa realidad”
  • Catalina inauguró el primer Centro de Prevención y Atención de la Desnutrición en Añatuya, Santiago del Estero
  • Hoy tiene más de 30 niños bajo su guardia provisional y siete más viven con ella cuando vuelve a Buenos Aires

Qué cosas no te animás a decirle a tu jefe a la cara

10-12-2014 

Una consultora le preguntó a empleados qué les gustaría decirle a su jefe. Y los resultados no fueron, precisamente, la música más maravillosa para los oídos de su empleador.

Elena Peralta

Si algunas paredes hablaran, sorprenderían. Y si, un día, alguien se animara a cantarle “la justa” a su jefe, más de uno se quedaría con la boca abierta. Una consultora salió a preguntarle a la gente qué le gustaría decirle a su superior pero se contiene. “Dejame trabajar tranquilo” fue la frase más votada. Y, después del fastidio por la marca personal, una de arena: “Te agradezco las posibilidades que me brindás”.

En preguntas abiertas, realizadas a 589 personas, mayores de 18 años, empleados de empresas de primer nivel, las respuestas elegidas giraron alrededor de la capacidad. Después del pedido de tranquilidad, con el 18 por ciento, y el agradecimiento (17), la tercera respuesta más votada fue “sos un chanta”, con el 15. El 12 por ciento de los encuestados aseguró que, si pudiera, le diría: “¡No entendés nada!”. Un 9, en cambio, le agradecería “la paciencia” y casi el mismo porcentaje (8) le pediría que no fuera “tan controlador”.

“Hay una relación amor-odio con el jefe”, explica Nora D’Alessio, socióloga y vicepresidente de D’Alessio/Irol, firma que realizó la encuesta. Por un lado, los jefes parecen extenuar la paciencia de sus subordinados. Pero, por otro, sus empleados saben que, si no llegan a un buen acuerdo con ellos, las posibilidades de progresar en la organización se verían disminuidas.

El reconocimiento, también, fue lo más valorado en un relevamiento sobre hábitos laborales realizado por el grupo RHUO y la Universidad Abierta Interamericana (UAI). El 30,1 por ciento de los consultados pidió jefes que reconozcan lo que hacen bien y corrijan lo que hacen mal. “La idea de coaching está muy presente: la figura de alguien que acompañe en el crecimiento profesional”, dice Mariela Aliandri, gerente de Capital Humano de Grupo RHUO.

En esa búsqueda del jefe ideal, la otra cualidad más votada fue “que sea claro en la comunicación de las ideas”. El punto fue pedido por el 20,6 por ciento, casi el doble de los que reclamaron cuestiones más terrenales, como que defienda el sueldo o las vacaciones de sus subordinados (11,8 por ciento); o el triple del 5,7 que pidió un jefe que respete los horarios y las funciones de cada uno.

“La gente no quiere ‘jefecitos’”, afirma D’Alessio. Asegura que los empleados piden reglas claras y una autoridad que, sin asfixiar, conduzca a buen rumbo su trabajo. “Los jefes no son amigos: son jefes”, afirma y agrega que no todas las políticas de confraternización son exitosas. “¿Yo qué sé si la persona que trabaja conmigo tiene ganas de pasar tiempo extra laboral en un after office y no de estar con su familia, a la que no ve desde las 7 de la mañana?”, se pregunta.

Para Aliandri, un jefe respetado por la tropa asegura una productividad difícil de alcanzar con cualquier otra política corporativa: “La gente se compromete con las personas, no con las empresas. En esa fidelidad, reside gran parte del capital humano de una organización”. Una camiseta de la que, muchas veces, es difícil encontrar un talle que les quede a todos.

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