Hoy hay un 25% de indecisos para las PASO

Según la encuesta de D’Alessio Irol “la preocupación de la gente pasa por la inseguridad e inflación”
A pocos días de efectuarse las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) el consultor Eduardo D’Alessio Irol aseguró por Radio Provincia que según la última medición de julio “la preocupación de la gente pasa por inseguridad e inflación, la corrupción viene bastante atrás y esto justifica las cifras de intención de voto que se están viendo. Hoy el 25% no sabe por quién va a votar, hoy no gano ni perdió nadie”.
El analista detalló que “en la grieta hay dos enfoques de la vida, quienes votaron en el ballotage por Cambiemos no se ven alterados por la tardía recuperación de la economía; y quienes votaron el FPV no se ven alterados por los hechos de corrupción. El 22% que votaron al FPV opinan que De Vido es inocente, mayoritariamente es considerado corrupto pero sigue siendo su grupo de pertenencia”.
“Tanto un partido como el otro van a conservar el caudal de votos de la elección anterior, por lo menos un 70 u 80%. El resto se encuentran indefinidos. Las cifras que hoy vemos hay que tomarlo con muchas pinzas, porque quienes dicen que van a votar al FPV muestran un nivel de indecisión muy bajo y quienes votarían otras alternativas tienen un nivel de indecisión muy grande. Hoy el 25% no sabe por quién va a votar, hoy no gano ni perdió nadie”, remarcó D’Alessio Irol.
Para finalizar, el consultor aseguró que “en las últimas 48 hs se define el último 15 % y el último 5% antes de entrar al cuarto oscuro. Hoy con las redes sociales y demás se va produciendo un cambio desde la última medición de la encuesta hasta la entrada del cuarto oscuro. No es un problema de encuestadores sino que el método no se ajusta a la dinámica social”.

Publicado el 2/08/2017 por Radio Provincia

Las encuestas, ese nuevo paradigma de la predicción

Dr. Eduardo D’Alessio, presidente de D’Alessio IROL

Cada vez que nos acercamos a una etapa electoral en nuestra historia, comienza la profusión de publicación de encuestas y los correspondientes análisis e interpretaciones. Luego de los comicios, es frecuente que distintos medios de comunicación busquen constatar quién acertó y quién no atinó a los resultados. 

      Desde la tranquilidad de no haber participado en el análisis de la presente contienda, se observa que, mientras que la mayor parte de las encuestas que hacemos habitualmente son descriptivas de una realidad, las encuestas electorales son predictivas. Es decir, sus resultados se encuentran ampliamente condicionados por el nivel de precisión que cada entrevistado tiene respecto a lo que contesta y a lo que efectivamente decide hacer.

     Un estudio de nuestra consultora publicado hace algunos años demuestra que el 22% de los votantes deciden su preferencia en las últimas 24 horas. Incluso, un tercio de ellos resuelve dentro del mismo cuarto oscuro. Por eso, cualquier guarismo que se presente días antes a las elecciones debe ser entendido como una aproximación o un rango, útil para determinar líneas de tendencia.

       El sesgo de las encuestas electorales va mucho más allá del margen matemático de error que nos determina el número muestral. Existen sectores de la población que, por su marginalidad, son imposibles de encuestar, mientras que otros tienen temor a revelar sus preferencias frente a un desconocido.

      ¿Podríamos realizar una encuesta aleatoria perfecta? Es materialmente imposible, dado el alto costo que tendría. Por este motivo, los muestreos siempre son una aproximación hipotética a la realidad.

       Todos estos factores explican que las encuestas electorales siempre encuentran una dispersión entre los resultados y las verdaderas circunstancias. Aun cuando son efectuadas siguiendo las reglas del arte y, obviamente, con la ética inexcusable de que los guarismos publicados coincidan con aquellos que técnicamente se extraen del análisis.

         La creencia popular de que “modificando datos de la encuesta, se altera la realidad” nunca se ha podido demostrar científicamente. Si los encuestadores pudiéramos cambiar el mundo moviendo resultados, estaríamos entre los más poderosos de la tierra y, créanme, lejos estamos de semejante posición.