Día del Amigo austero: ¿pizza, picada o empanadas?

Más pizza, menos asado. Regalos por hasta $300. A pesar del bolsillo ajustado, hay decisión de festejar el Día del Amigo con lo que se pueda. Las promociones ayudan, claro, pero lo que importa es juntarse.

El 44% de los argentinos elegirá pizza en la celebración de la amistad, asegura un estudio de la consultora Focus Market que relevó 6849 casos en todo el país. Luego, sigue la picada (36%) y en tercer lugar, un clásico argentino: el asado (14%). Un 3% eligió pastas y otro 3%, empandas.

En 2018, la historia era distinta. Reinaba la picada con el 57% de los encuestados que la elegían. Seguía la pizza, con un 28%, y luego el asado, con un 11%.

La decisión de abandonar la picada coincide con los hábitos de consumo relevados por otra consultora, D’Alessio IROL. Según la firma, un 62% de los argentinos dice haber reducido su consumo de fiambre.

Los precios por kilo de los fiambres se dispararon con la inflación y en 2019, según relevó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos en junio, se podía conseguir queso pategrás por $542,49 y salame por $477,73.

A la pregunta “¿Cuánto pensás gastar en el Día del Amigo?”, realizada en el estudio de Focus Market, un 27% asegura que no planea regalar nada. Un 23% dice que gastará hasta $500 y otro 23%, hasta $300.

Finalmente, en los canales de comunicación para enviar saludos durante la celebración triunfa el WhatsApp en el 75% de los casos. Un 10% elegirá el teléfono y un 8%, Facebook.

Consejos para ahorrar en el Día del Amigo

  • Planear importa. La demanda en los restaurantes y bares va a ser alta el sábado por la noche y, para evitar rebotar en la puerta y tener que irse a otro lugar con otro presupuesto, es mejor reservar donde cada grupo se sienta cómodo.
  • Hacer cuentas. La pizza es más barata que las empandas. Suponiendo que hay un grupo de cuatro amigos y que cada persona come cuatro porciones o cuatro empanadas, y sobre la base de un relevamiento de cadenas “premium”, la pizza costaría unos $140 por persona contra las empanadas que saldrían unos $200 por persona.
  • Atención a los descuentos. Las grandes cadenas de supermercados están haciendo promociones en snacks y cervezas durante el fin de semana. Hay promociones del 70% en la segunda unidad (es decir, 35% de descuento en cada producto) y de 3×2 (un 33% menos en cada bien).
  • Apostar por el celular. La competencia en las apps de delivery está alta y algunas ya anunciaron que van a tener promociones ese día para captar más clientes. Tal vez sea una mejor opción que pedir por teléfono.

 

Publicado por La Nación el 20/07/2019

El que ahorra en el banco quiere dejar de sentirse un perdedor

Imaginen la peor decisión de ahorro que se pueda hacer. De acuerdo, así planteado las respuestas pueden ser muchas. Desde prender puchos con billetes o sumarse esperanzado a un esquema piramidal, por decir un par. Pero pongamos que la pregunta va orientada a las inversiones tradicionales, las que cualquier ahorrista promedio puede hacer y entender, sin buscar inventar la pólvora o intentar volverse Gordon Gekko de la noche a la mañana gracias a un curso online.

El youtuber financiero Ramiro Marra supo quizás resumirlo a través de las pintadas callejeras con las que se promociona o como eslogan de sus charlas públicas: `Si invertís en plazo fijo sos un boludo`.

El Banco Central supo darle la razón en algunas de sus publicaciones. No literalmente, claro, el lenguaje fue diferente. Pero, a nivel más conceptual, podríamos decir que si.

Fue en 2016, en tiempos también ya pasados en los que Federico Sturzenegger intentaba -sin éxito- frenar la inflación. En ese momento, la entidad publicó datos sobre el resultado histórico de ahorrar en plazo fijo, dólares y ladrillos.

No es que los argentinos ahorren solo en eso, según datos de D´Alessio Irol a marzo del año pasado algo menos del 60% de los argentinos con capacidad de ahorro atesoraba dólares, 45% colocaba ahorros a plazo fijo y 10% invertía en propiedades (este número competía con 13% en fondos comunes, 10% en bonos y 9% ciones). Pero el ejercicio no es mío.

Los númerosdel BCRA mostraban que el ahorrista que puso el equivalente a $ 100 en plazo fijo en 1980, y mantuvo esa inversión renovándola por 36 años, hubiera encontrado en 2016 el equivalente a $ 1,40 de aquél capital inicial. Esto es, luego de descontar la inflación, más de dos décadas de tasa hubieran permitido comprar lo mismo que 36 años antes se conseguía con $ 1,40.

Las otras dos alternativas rendían mejor en el ejercicio del Central. Pero tampoco tanto.

Si el ahorrista ochentoso en cuestión hubiera, en cambio, cambiado los mismo $ 100 por dólares en lugar de colocarlos a plazo en el banco, en 2016 la capacidad adquisitiva de ese ahorro hubiera caído al equivalente de $ 77 de 1980.

No es un gran resultado, de hecho esa colocación se desvalorizó, pero no vamos a negar acá que es mucho mejor que el plazo fijo. De hecho, 55 veces mejor, para ser exactos.

El ladrillo (difícil comprar algo con $ 100 en este mercado, en 1980 y hoy también, pero sigamos la lógica), en cambio, tuvo un -levísimo- rendimiento positivo. El ahorrista del siglo pasado tenía hace dos años el equivalente a $ 128 gracias a esa añeja inversión.

La explicación de esta pérdida en el poder adquisitivo no está en los saltos del dólar en las últimas tres décadas y fracción (si fuera así, atesorar divisas hubiera sido un negoción). Está, en realidad, en que las tasas que pagaron históricamente los plazos fijos estuvieron por debajo de lo que subieron los precios. Por debajo de la inflación. Lo que los economistas llaman `tasas reales positivas`. Con datos menos antiguos que los del BCRA que el economista Federico Muñoz le cedió a este diario, llegan hasta 2013, podemos ver lo raro que es lo contrario. Lo raro que es encontrar `tasas reales positivas`, es decir, que rindan más de lo que daña al valor de los ahorros la inflación.

La tasa real positiva es una obsesión de los economistas, en especial los halcones anti inflación. Dicen que, sostenidas en el tiempo, pueden hacer que un país tenga una moneda estable. Pero no estamos hablando de eso acá.

En los últimos 198 meses, dado que alrededor del 80% de los depósitos a plazo se colocan a menos de 44 días tomo como unidad el mes, la tasa promedio de plazos fijos le ganó a la inflación sólo en 40 ocasiones. La llegada de Cambiemos al poder no cambió tanto eso: de 43 meses, los plazos fijos sólo ganaron en 14 oportunidades.

La novedad desde que en octubre del año pasado el BCRA y el FMI adoptaron un duro esquema de agregados monetarios -al que no vamos a evaluar acá- 7 de 9 meses la tasa promedio de plazo fijo le ganó a la inflación.

Poco comparado con, por ejemplo, Brasil, donde las tasas perdieron contra los precios brevemente en 2013. Y nunca más (la caderneta de poupan^a, un depósito de ahorro popular, garantiza tasas reales positivas a los brasileños).

Pero con suerte los primeros pasos para que el que invierta en plazo fijo pueda, quizás no fanfarronear el trade perfecto, pero al menos no sentirse un boludo.. Desde 2003, la tasa promedio de plazo Jijo le ganó 40 veces a la inflación, de un total de 198 meses Atesorar dólares entre 1980 y 2016 rindió más que el plazo fijo, pero menos que la inflación del período.

 

Publicado por El Cronista el 16/07/19.

La venta de lámparas LED ya superó en 166 por ciento al volumen de todo 2015

Se espera que se multiplique por cuatro cuando termine 2016, luego del sinceramiento tarifario impulsado por el gobierno nacional, que generó una mayor consciencia sobre la necesidad de reducir el consumo energético, aumentó la oferta del producto en el mercado, y redujo los precios que paga el público.

“A partir del sinceramiento de las tarifas, la producción y el consumo de tecnología LED, más costosa que la tradicional, comienza a tener mayor sentido económico”, explicó a Télam el director del área de iluminación de Philips para el Cono Sur, Guido Di Toto, quien subrayó que “en lo que va del año, el consumo de estas lámparas es casi tres veces mayor, y estimamos que cuando finalice 2016 se habrá cuadruplicado”.

La empresa acaba de anunciar una inversión de u$s 1 millón en su planta del barrio porteño de Saavedra, para aumentar su producción de luminarias LED, con la consecuente creación de 200 puestos de trabajo.

Este anuncio se suma al realizado semanas atrás por la empresa Shimisa, que desembolsará u$s 3 millones en su planta ensambladora de luminarias LED, actualmente en la provincia de Tierra del Fuego, pero que en los próximos meses se trasladará a Córdoba para atender la demanda de Brasil, que restringió la importación de lámparas sólo a las LED.

“Desde Philips venimos trabajando en alumbrado público LED desde hace 5 años, y hoy vemos una gran oportunidad de mercado a nivel residencial, y de contribuir a uno de los grandes problemas que es la crisis energética”, indico Di Toto.

A su criterio, “una de las soluciones a la crisis energética es la reconversión a LED del alumbrado público y privado”, y precisó que “se puede ahorrar un 50% en el consumo” de electricidad de los municipios.

El ejecutivo precisó que “los precios de las lámparas LED se redujeron 20% (de $ 125 a $ 100, en promedio), y con el ahorro de 50% que significa su utilización frente a las denominadas ‘bajo consumo’, y una vida útil superior a los 15 años, se generó una explosión de consumo en los hogares, y las ventas se multiplicaron”.

Pablo Michaud, de la fábrica de lámparas LED Convector, cuya planta está en el barrio porteño de Parque Patricios, precisó a Télam que “de agosto 2014 al mismo mes de 2015 se vendieron 6 millones” de luminarias.

“Desde a agosto de 2015 a hoy se vendieron 14 millones. Y el proyectado para dentro de un año es de 42 millones de lámparas LED”, completó Michaud, cuya empresa vendió 100.000 luminarias desde julio del año pasado a esta parte, y prevé comercializar unas 200.000 de acá a un año.

De acuerdo a una encuesta elaborada por la consultora D’Alessio Irol, un 76% de los ciudadanos del área metropolitana de Buenos Aires comenzó a adoptar diferentes comportamientos para reducir su nivel de consumo eléctrico.

Este mismo trabajo precisó que un 43% de los encuestados busca comprar electrodomésticos de mayor eficiencia energética, y un 34% está dispuesto a cambiar las lámparas tradicionales por las led.

Semanas atrás, desde la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel) presentaron una propuesta que implica, según sus cálculos, un ahorro energético anual de unos u$s 5.000 millones, equivalente a lo que generará la proyectada central nuclear Atucha IV.

Este plan contempla el recambio total del alumbrado público por un sistema LED, de los artefactos de iluminación de los edificios públicos; y de las luminarias en los espacios comunes de los edificios de propiedad horizontal y barrios privados, que demandaría unos 20.000 empleos.

En ese sentido, Philips ya comenzó con la producción local de dos nuevos modelos de luminarias LED para alumbrado público: Xceed y Gol Led.

“Venimos trabajando desde hace años en el tema LED, muy fuertemente. Hoy tenemos instaladas 200.000 luminarias de LED, es decir, casi completo el parque lumínico de la ciudad de Buenos Aires”, remarcó Di Toto.

Aseguró que “en este momento hay mucho dinamismo en la reconversión del alumbrado público, gran interés por parte de una cantidad municipios”.

“Si bien hoy, el porcentaje de LED es muy bajo en el parque de alumbrado público, con menos de 5% del total del país, el potencial es enorme”, afirmó el ejecutivo, quien estimó que “la proyección que tenemos en Philips, si bien conservadora, es que la reconversión a LED no deberla ser menor a 15% por año, y completarse en el 2022”.

Subas en la luz: la gran mayoría ya cambia de hábitos

Encuesta en Capital y el Gran Buenos Aires Ahora la gente desenchufa los equipos que no usa, enciende menos el aire y lava la ropa con agua fría.

El promocionado “uso racional” de la electricidad, que con tantas campañas se buscó promover, finalmente comenzó a hacerse realidad en los hogares porteños. Fue en cuestión de semanas y el disparador no fue ningún aviso publicitario, sino la noticia de que las próximas facturas de luz, ya sin subsidios, llegarán con subas superiores al 600%. Esa amenaza al bolsillo, y la chance de aliviarla gastando menos energía, bastaron para que la mayoría de las familias se decidieran a modificar una serie de hábitos que venían elevando el consumo de forma innecesaria.

Así surge de una encuesta hecha en exclusiva para Clarín por la consultora D’Alessio IROL entre vecinos de Capital y el Gran Buenos Aires, los distritos que menos venían pagando por energía eléctrica y los más afectados por el alza de tarifas vigente desde el 1° de febrero.

Según el trabajo, hoy los usuarios tienen “pleno conocimiento” de que, si logran usar menos energía que el año pasado, eso será premiado con un incremento más leve en la factura, tal como anunció el Gobierno. En ese sentido, un 76% ya se decidió a “tomar medidas” concretas para reducir su nivel de consumo y sólo un 18% manifestó que no hará nada al respecto.

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“En general, los usuarios empezarían el cambio a partir de pequeñas acciones cotidianas”, interpretan en la consultora. Y es que más de la mitad de los encuestados (51%), por ejemplo, aseguró que ahora se ocupará de desenchufar televisores, otros equipos y sus cargadores cuando deje de usarlos. Y en un 45% de los hogares ya no dejarán luces, ventiladores o aires acondicionados prendidosen habitaciones que no estén ocupando.

Alrededor de un tercio de los usuarios domiciliarios, en tanto, ya toma medidas como prender menos el aire acondicionado (y en caso de hacerlo, fijarlo en 24 grados como mínimo), abrir la heladera sólo lo necesario y lavar la ropa con agua fría o en ciclos cortos.

Lo llamativo es que, además de estos cambios de hábitos, entre un cuarto y un tercio de la gente prevé incluso realizar obras e inversiones que tenía postergadas y que le permitirán reducir el gasto eléctrico. Se trata, mayormente, de comprar electrodomésticos con mayor eficiencia energética (lo anticipa el 43% de los encuestados), mejorar la aislación de los ambientes (35%) y cambiar lamparitas tradicionales por las de menor consumo (34%).

En todos los casos, son conductas básicas para el cuidado de la energía. Pero en los últimos años, con facturas bimestrales que en muchos casos no superaban los $ 50, se habían abandonado.

De hecho, ante la consulta, 7 de cada 10 vecinos admiten que no venían haciendo un uso “cuidadoso” o “ahorrativo” de la electricidad, y que pese a eso les llegaban facturas con montos “bajos”. Sólo un 13% consideró que “no debería haber aumentos”. Un 57% afirmó que le parece bien tener que ahorrar energía, también para cuidar el ambiente, y a otro 30% le pareció “incómodo, aunque comprensible”.

Por ejemplo, los usuarios que consumen entre 301 y 650 kWh por bimestre –el segmento mayoritario– tendrán un descuento del 17,6% en el precio de cada kWh si logran reducir su gasto energético en más de un 10% con respecto al mismo período del año anterior. Y si consiguen bajar el consumo en más del 20%, tendrán una rebaja del 30,4%. Lo que no podrán evitar ni aliviar será la suba del cargo fijo del servicio, de un 234%.

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Ahorro verde: la mitad de las personas sigue al dólar pero no le sobra plata para comprarlo

 

A pesar de la paz cambiaria, entre el 60% y 70% de los argentinos tiene el deseo latente de comprar billetes porque le brindan seguridad, según la consultora D’Alessio Irol. En una población poco sofisticada para invertir, la mitad de los consultados sigue la cotización del dólar. Pero la inflación le comió los excedentes para comprarlos

por: Veronica Dalto
 Ahorro verde: la mitad de las personas sigue al dólar pero no le sobra plata para comprarlo

Ahorro verde: la mitad de las personas sigue al dólar pero no le sobra plata para comprarlo

A pesar de la reducción de la brecha cambiaria y la suba de la tasa de interés, el deseo latente de los argentinos por el dólar se mantiene en niveles altos, entre el 60% y 70%. El gobierno abrió parcialmente la posibilidad de comprar dólares para atesoramiento, pero la inflación reduce la capacidad de ahorro y sólo la mitad de las personas puede acceder a ellos, según un monitoreo que realiza la consultora D’Alessio Irol.
Justamente el viernes, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, relacionó la baja en el impuesto a las Ganancias con la compra de billetes, al relativizar el impacto real que podría tener al mencionar la cantidad de operaciones de compra de dólares que realizan los asalariados.
La mayoría de los compradores de billetes son empleados en relación de dependencia (89,9% de las efectivizadas), y para los alcanzados, el impuesto a las Ganancias reduce también la capacidad de ahorro, que podría derivar en mayores compras de divisas.
Según datos que difunde la AFIP, entre el 27 de enero y el viernes pasado 991.153 personas validaron operaciones para comprar u$s 558,3 millones y 770.838 las efectivizaron operaciones por u$s 448,2 millones.
En promedio, las personas han comprado u$s 581,44 (a $ 7,97 promedio), por debajo de los u$s 2.000 permitidos, lo que indica que son los sectores medios los que buscan el atesoramiento. Hoy se puede comprar hasta el 20% de los ingresos de hasta $ 7.200 mensuales.
El impuesto a las Ganancias puede reducir el ahorro de los segmentos más altos de la escala social, pero para los más bajos, es la inflación la que no les permite comprar dólares.
“En una población que no tiene sofisticación en cuanto a su conducta financiera, la mitad de los consultados (51%) sigue la cotización del dólar, tanto del oficial como del paralelo. Pero la inflación le comió los excedentes para comprarlo”, explicó Nora D’Alessio, vicepresidente de la consultora.
Es el comportamiento que se desprende del monitor de humor social y consumo que realiza D’Alessio Irol cuatro veces por año entre mil individuos a nivel nacional, el cual también indica que el interés “para comprar cuando tenga la ocasión” se mantiene en un 14%.
Las medidas que tomó el Banco Central en lo que va del año y la flexiblización del cepo generaron una “paz cambiaria”, pero según las mediciones de la consultora la gente mantiene el deseo de compra.
“Si pudiera, entre el 60% y 70% de los consultados compraría dólares. La gente sigue la fluctuación del blue, del oficial y la brecha cambiaria. El paralelo le da inseguridad, y sube la apetencia al 70%. Ahora la gente está más tranquila, y el guarismo está más cerca del 60%”, dijo D’Alessio.
Entre las razones, un 29% dijo que “no hay una mejor opción para ahorrar” y un 36% lo haría “por costumbre”.
“La gente se siente segura si tiene ladrillos y dólares”, agregó la socióloga encargada de las investigaciones de mercado. “Es inherente a los argentinos que, cuando pueden, tratan de comprar dólares. Es la moneda de referencia y que da tranquilidad. El deseo siempre está. Pero la capacidad es menor”.
Según explicaron en dos bancos, hoy la venta de dólares se da en un clima tranquilo. Las operaciones crecen tras cobrar el sueldo. Pero también observan menor capacidad de ahorro, lo que deriva en posteriores ventas al blue, a fin de mes.
En tanto, los inversores más sofisticados -una porción mínima del segmento de altos ingresos, según D’Alessio Irol- sustituye el dólar por el plazo fijo desde que las tasas de interés subieron hasta el 25-26%.
El viernes el dólar ahorro cotizaba $ 9,612 y los bancos le cargan hasta 8 centavos. Según AFIP, más del 90% de las personas elige llevarse los billetes en vez de dejarlos depositados un año y ahorrarse el 20%.